"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

domingo, 6 de marzo de 2011

C.V. MI INFANCIA (2)

Pepa siempre en su esquina del Bar Estadio con su carro de chucherías, el chicle Bazooka, dos reales de pipas  en un cartucho y barritas de arazú.
A Eladia a merendar, una cuña de chocolate o una palmera de huevo. En verano un pochicle y un napolitano en la tienda de Antonio.
El lechero, creo que se llamaba Andrés, con su chaquetón de cuero negro y el monedero en la cintura.
El paralítico del carrito colorao (entonces no eran todavía minusválidos) que andaba a golpe de manivela, estaba fuerte como un toro.
Luis, el limpiabotas, era Alberti reencarnado, clase y señorío, elegancia y majestad, ni una palabra más alta, era saber estar.
La mercería de Antoñita con su mostrador de madera y sus máquinas de coser.
Librería Marilin, tebeos colgados de una guita cogidos con alfileres, el As y El Marca, las novelas del oeste de Keith Luger y Silver Kane, para mi padre. (Se cambian novelas). Estampas de futbol, los albunes sin terminar.
La Drogeria de Paquito el mariquita.
Manolo el portero leyendo El Sevilla sentado en la camilla, antes de subirlo. El cante en la radio de baquelita.
El ascensor con su cancela de hierro y sus puertas de madera y cristales.
La azotea donde vivía una bruja dentro de los bidones de agua, que yo la ví.
El cine Nervión, sesión infantil, películas de combois y aplausos cuando llegaban los buenos.
La Farmacia Queraltó, pastillas Juanolas, a la cuenta de mi padre.
Tardes largas de merienda-cena en el campo del Sevilla. Se acerca el verano.
Misa en Los Redentoristas.
Futbol los domingos por la tarde. Entrada por la “puerta de oficio”.
La Hoja del Lunes.
Huele a café torrefacto cuando voy con mi tata al mercado de la Puerta La Carne.
Pasa el tren por debajo del puente de San Bernardo.
El tranvía amarillo camino de la Gran Plaza.
Todavía me hago pipí en la cama...


11 comentarios:

  1. Anónimo6/3/11 13:07

    Celso, hijo, cada dia escribes mejor, nos vas a mandar a los albañiles a los que nos ganamos la vida pegando teclazos. Esta segunda entrega de tu biografia tiene la poesia "canalla" de una cancion de Joaquin Sabina o el lirismo de una pelicula neoreralista italiana que tú sabrás mejor que yo cuál puede ser, porque de cine tambien sabes tela. Enhorabuena "por tu pograma" y sigue deleitandonos con esos recuerdos de Nervion, métete en el Cine Goya y no dejes de recordar La Ponderosa y el Polvillo de la Gran Plaza.- TU PACIENTE, EL "DE QUIEN ÉL SABE"

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  2. Anónimo6/3/11 13:15

    Celso, recuerdo que el paralitico del carrito colorao se llamaba Francisco, y el carrito era colorao por lo sevillista que era, tanto, que en la trasera de dicho carrito, tenía dibujado un gran escudo del sevilla. Como bien dices, Manolo el portero leía todas las tardes "El Sevilla", periódico al que papá estaba suscrito. Como tardaba en subirlo, papá me mandaba muchas veces a recogerlo, y Manolo me decía: "-ahora mismito lo subo, que na má que me quedan dos páginas". Enrique, mi marido, dice que en aquellos años, la vida transcurría más despacio, y que las estaciones del año olían diferentes la una de la otra, y que el silbido del tren cuando llovía también era distinto. Muchos besos hermano. Concha

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  3. Pepa vendía chucherías todos los días del año, sin importarle el tiempo, siempre en su esquina. Eladia era un mundo maravilloso lleno de pasteles y bollos, recuerdo, y mis hermanos saben que es verdad, que dentro de su casa le tenían puesto a la pantalla de la tele unos papeles de colores transparentes para ver la tele en color. El limpiabotas incongruencias de la vida, era la dignidad hecha persona, Paquito el mariquita de la droguería, en verano llevaba una bata blanca, y cuando se subía en la escalera para cojer algún bote, nos decía que no mirásemos, que debajo no llevaba nada porque hacía mucho calor, y la mercería de Antoñita. Se cogían las carreras de las medias. En una camillita junto a la ventana, con una luz y un aparato que parecía una jeringa enchufada, íban desapareciendo como por encanto las roturas de las medias de cristal..¿cómopuede haber cambiado tanto el mundo en tan poco tiempo?..

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  4. Muchas gracias a mis hermanas y muchas gracias "Paciente" por tus palabras y por animarme, me das fuerzas para seguir, de verdad.
    Entraremos en el Goya, de donde me echaron por encender un Celta sin boquilla; iremos a la Gran Plaza muchas veces, a comprar pavos en Navidad, a Las Vegas Salón de Juegos, a La Ponderosa con mi padre que le gastaba bromas a todos los camareros, al garaje de Araujo, al Bar Blandino.. ¡hasta iremos al Canodromo a ver una carrera de galgos!
    Un fuerte abrazo amigo.

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  5. Anónimo6/3/11 15:16

    Muy bueno Celso, sigue contando tus vivencias, que merece la pena leerlas. Besos. Rocio.

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  6. Francisco G.S.10/3/11 22:21

    Celso disfruto leyendo tu infancia.Bueno tu infancia y lo que cuentes.Eres un genio.Lo cuentas con un realismo que parece que se "vive".De alguna manera (salvando las distancias)me haces recordar la mía.Aquellos chicles Bazooka,que los que podiamos adquirirlos eramos unos afortunados;los dos reales(de agüjeritos)de pipas y aquella bruja que vivía en los bidones del agüa de la azotea.Yo también recuerdo que aquí en mi pueblo entraba de niño en una casa grandísima en la que había una panadería la cual tenía,en el último rincón,un depósito muy grande de agüa(aquí le decíamos un pilón)creo que para sumistrar el agüa a la panadería:Pues bien: recuerdo que el dueño(seguramente para disuadirnos del "peligro")nos decía que allí en ese pilón había un monstruo.¡Con que desconfianza mírabamos el dichoso pilón!.
    Aunque no he vivido en Sevilla pero la zona de Eduardo Dato (siempre,al fondo,asomada y firme la Giralda me llamaba la atención)Creo recordar que en aquellos años "entrabamos" a Sevilla hasta La Alfalfa (donde nació El Espartero y "paraban" los taxis del pueblo)por Eduardo Dato y por Santa Maria La Blanca;luego "salíamos por Aguilas,etc.Bueno quería decir que esta zona de Dato,Gran Plaza,Ciudad Jardin,podía ser de lo mas conocido por mí,de Sevilla;también,un poco,el centro.
    El recuerdo que tengo de mi niñez cuando iba a Sevilla (casi siempre a médicos,Celso)es de pasar mucho frío en unas calles muy sombrías;de pasar por algunas casas antigüas y deshabitadas que desprendían un fuerte olor a humedad;y de un olor a café cuando pasaba por algún bar.¡Ah,también el olor de las "palomitas" de maiz!¨
    Continúa publicando que estaremos aquí esperando.

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  7. se nya amigo Francisco GS que has vivido en un pueblo ¿del Aljarafe?. los que hemos vivido en Eduardo Dato tenemos grabada en nuestra retina la imagen de La Giralda. Cada mañana, cada día de mi vida, cuando miraba para el puente de los Bomberos, siempre estaba doña Giralda vigilante y altiva, marcando el rumbo de donde estaba el Centro de Sevilla.
    Yo me acercaba siempre al Centro mirando a los ojos a la Giralda.....

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  8. Efectivamente los médicos antiguos, en la capital, siempre han tenido las consultas en frías y húmedas calles, algunas con patios heladores y salas de espera congeladoras. Yo padecí como paciente esas incomodidades, pero con magníficos y excelentes especialista: Don Manauel Laffón; don Pedro Quintero, don Antonio Gallardo, don Rodrigo Ramos; don Antonio Rojo; don Vicente Diaz Pichardo; don Ismael Sotillo... magos de la Medicina y señores entrañables. Un recuerdo para estos médicos de mi infancia que tanta ciencia me dieron.

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  9. Pizco Ybarra11/3/11 19:19

    Que delicia,Celso!!!!!!!!Ha sido como volver a mi niñez.Cada día escribes mejor. Lo prometido es deuda. Un beso enorme

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  10. Gracias mi amiga Pizco.
    Por favor, dame siempre tu opinión sincera.
    Un beso.
    Celso.

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  11. Francisco G.S.11/3/11 23:10

    Admirado Celso:He vivido y vivo g.a D. en un pueblo de la campiña sevillana,en Arahal.
    Atentamente,un cordial saludo.

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